“Las apariciones son mentiras, pastorcillos fueron manipulados”, asegura cura Portugués.
El padre Mario de Oliveira es un luchador innato, formado en el Seminario de Oporto, que asegura que lo que ocurrió en el año 1917, es uno de los mayores engaños de la Iglesia Católica, considera que evangelizar implica liberar, y a lo largo de su carrera eclesiástica no ha dudado en mostrar con firmeza la cara a las autoridades y utilizar sus sermones para denunciar mentiras e injusticias.
Oliveira fue detenido por predicar la paz y defender la lucha de las milicias anticolonialistas. Fue detenido y encarcelado en dos oportunidades por la policía política del Régimen, Siendo párroco de la aldea de Macieira da Lixa, solo por exigir la libertad de los penados políticos.
No obstante, el Tribunal de Oporto terminó por perdonar el crimen de sublevación, el obispo de su diócesis determinó, que su interpretación del evangelio era demasiado polémica y se le retiró el permiso para ejercer como cura de su parroquia.
Ante cierta prohibición, Oliveira se reinventó como periodista, convirtiéndose en el motor detrás de Fraternizar. Además de escribir sobre temas sociales, emprendió a investigar la historia de la Iglesia en Portugal, y durante la década de los 90’ encamino su análisis en el vasto archivo del Santuario de la Virgen de Fátima y los pastorcitos Lucía dos Santos, Jacinta y Francisco Marto, así mismo los documentos que detallaban las apariciones presenciadas en el año 1917.
La Iglesia Católica mantiene que entre el 13 de mayo y el 13 de octubre de 1917, La Virgen María fue presenciada por los pastorcitos en el campo a las afueras de Cova de Iria. Afirmación por la cual Oliveira publica en 1999 el explosivo libro “Fátima nunca más”, en donde denuncia el aparente fraude de las apariciones, acusando al clero luso de haber realizado un montaje y manipulado a los pastorcitos.
El portugués aseguro que el “milagro de Fátima” fue un teatrillo ideado por miembros del clero de Ourém y que las principales víctimas de este fraude fueron los tres pastorcitos, quienes fueron utilizados como actores en esta producción episcopal.
No obstante, la documentación existente deja clarísimo también que el clero manipuló a estos tres niños jovencitos para montar un espectáculo con difusión internacional.